El vitíligo es un trastorno adquirido de la pigmentación cutánea, que fue descrito por primera vez en 1500 A.C. Puede afectar a pacientes de ambos sexos, en prácticamente todas las poblaciones del mundo, con una prevalencia que varía según la región geográfica y el grupo étnico.
Es una enfermedad relativamente frecuente, que afecta del 1% al 4% de la población mundial, de los cuales, el 25% son niños. Es más frecuente en hispanos (32%), seguidos de afroamericanos (25%) y caucásicos (22%).
Usualmente, se inicia en niños o adultos jóvenes, con una edad aproximada de presentación, en la mitad de los pacientes, previa a los 20 años.
Presenta características propias de otras enfermedades autoinmunes, como la asociación con anticuerpos, pero su patogénesis aún no está del todo clara, por lo que se han planteado diversas teorías sobre la etiología de esta enfermedad. Estudios sugieren que intervienen factores predisponentes (genéticos) y factores precipitantes (ambientales), dado que ninguna de estas teorías puede explicar por sí sola la etiología y patogenia de la enfermedad.
El vitíligo está clasificado como localizado (tipo focal y segmentario) y generalizado (que incluye el diseminado y el universal), puede estar asociado a otras enfermedades tanto cutáneas, como extracutáneas, como la patología tiroidea y debe ser diagnosticado y tratado por un médico dermatólogo.
La evolución del vitíligo es variable e impredecible, siendo importante aplicar tratamiento ya que la enfermedad puede causar trastornos emocionales y sociales.
La terapia consiste en estimular a los melanocitos. La repigmentación se logra por la activación y migración de los melanocitos, algunos desde un reservorio ubicado en el folículo piloso. El proceso de repigmentación es lento y progresivo.
Dentro de las opciones médicas se encuentran los psoralenos, esteroides tópicos, inmunomoduladores tópicos, fototerapia y maquillaje cosmético, entre otros.
Aunque por lo general el vitíligo no influye en el estado general de salud, ciertamente es un factor en la calidad de vida del paciente. Por esto, resulta importante tratar de establecer un tratamiento lo más efectivo y temprano posible, indicándole al paciente que es difícil la repigmentación y que no todos los pacientes tienen el mismo grado de respuesta.
El impacto psicosocial del vitíligo en términos generales es importante, ocasiona deterioro de la autoestima y la autoimagen, asociado a sentimientos de inseguridad y discriminación, principalmente cuando las lesiones están a la vista, como usualmente ocurre, afectando el estilo de vida de los pacientes, la dinámica familiar, así como su productividad, por lo cual, el llamado es a acudir oportunamente al médico dermatólogo.
Dra. Rosanelly Roye Pulido